martes, 9 de febrero de 2016

A modo de presentación [Tomado de la segunda edición de "Sofía y Teodoro: Diálogo en torno a la prueba lógica y ontológica de la existencia de Dios"


La irreverencia discursiva de poner a crítica los sistemas teóricos y abrir nuevas ventanas al saber, no sólo es un atributo del creador, sino es, ante todo, una condición indispensable del conocimiento científico, así como es una forma, quizá la única forma, de dar sentido a un mundo en permanente cambio. Y Luis Alberto Pacheco es un irreverente. Con un juego clásico de la dialéctica socrática se sumerge en el debate contemporáneo de la epistemología y el tema siempre elusivo y no menos inquietante de aquello que entendemos por realidad y, más que eso, por el modo como se construye y se da sentido a la realidad.

Su aproximación a la lógica es aristotélica y tomista, con cierta dosis de formalismo; pero en cuanto a la teoría del conocimiento es tributario del sistema teórico kantiano. Y es en los límites del horizonte discursivo de Kant donde se encuentra el aporte de Luis Alberto.

Como es sabido, Kant, con su famosa obra Crítica de la Razón Pura, provocó una revolución sin precedentes en la historia del pensamiento, salvando a la filosofía del entrampamiento a que había llevado tanto el empirismo de Bacon y Locke, como el racionalismo de Descartes. De manera sintética, Kant dirá que la realidad no es externa a los sujetos, sino que lo único que llega a nosotros de ese mundo exterior es un caos de sensaciones y que hay un conocimiento anterior presente en los sujetos, el cual ordena y da significado a ese caos. Sólo a partir de esa integración, que opera en el mundo de los sujetos o subjetividad, surge la realidad.

Esta argumentación kantiana deja, sin embargo, dos problemas irresueltos. El primero, tiene que ver con lo insostenible que resulta la preexistencia de un conocimiento a priori, en sí y de por sí, en los sujetos. Y el segundo, con la falta de una fundamentación teórica y científica sobre el modo como los sujetos captan y procesan ese caos de sensaciones proveniente del mundo exterior. Es en este punto en donde podemos encontrar un consistente y bien logrado aporte del trabajo interdisciplinario de Luis Alberto Pacheco, posibilitando un diálogo entre la ciencia y la filosofía; trabajo provocador que, de hecho, invita a la polémica y a la discusión.


Dr. et Mg. Sc. M. R. Varillas Castillo
Lima, enero de 2007


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