sábado, 3 de noviembre de 2012

29 de octubre




Luis A. Pacheco Mandujano[1]


El 29 de octubre de cada año ha sido para mí motivo de dos celebraciones dignísimas de recordar: primero, porque es el día inolvidable del cumpleaños de mi queridísimo abuelito, don Lucio Pacheco Pozo, cumpleaños que, en otros tiempos, solíamos celebrarlo unas veces más alegres y jaraneras que otras, como ahora, algo más austeras, pero siempre con el cariño familiar que nos ha unido. Y, segundo, porque es el día del paso cercano a mi casa de la procesión del Señor de los Milagros. 

Mis recuerdos de este día en los años de mi niñez (el tránsito entre los inolvidables setenta y ochenta del siglo pasado), traen a la memoria el majestuoso ingreso, para recibir un merecido homenaje, del Cristo de Pachacamilla a la entonces existente fábrica textil “Los Andes”, a una cuadra de la casa en la que crecí, lugar donde trabajaba mi abuelito (nunca pude decirle “abuelo” a secas) como obrero de telar.

Más o menos entre las 2 y 3 de la tarde de este día en esos años, la procesión entera, rebosante de gentes de todas las edades y clases, integrada por numerosas cuadrillas de saumadoras y hermanos cargadores, todos ellos vestidos con sus imponentes (así me parecían entonces) hábitos morados y cordones blancos, abundantes humos de saumerios, flores por doquier, gente que pugnaba por llegar al anda, turroneros, coloridas alfombras, la banda que entonaba marchas egregias, sol abrasante, clima seco y todos los demás elementos que componen el cuadro general de esta manifestación de religiosidad y fe, iba girando desde la avendida Uruguay hacia la derecha, por la avenida Ferrocarril, en la urbanización San Carlos, de la ciudad de Huancayo donde crecí, para disponerse a ingresar en esa fábrica que, por aquel entonces, con sus grandes máquinas de telares, enormes y calientes calderos de lavanderías, pulcras y bien ordenadas oficinas administrativas y su siempre bien abarrotada mercantil, me resultaba gigantesca, magna y hasta cierto punto misteriosa. 

Recuerdo con nitidez que, en este día y a esa hora, bajo el característico cielo azul intenso de mi tierra, era jalado de la mano de mi abuelita, para seguirla en su paso forzado hasta llegar lo más cerca posible a la sagrada imagen, donde orábamos brevemente y esperábamos recibir unas flores de cambio, mientras yo procuraba recoger en algunas bolsas de plástico el aserrín teñido de las alfombras ya pisoteadas para luego replicar en casa mis propias versiones de una mini procesión privada. Y a pesar de la barahúnda y entre la muchedumbre, de alguna forma destacaba para mí la figura de mi abuelito, a quien yo veía tan grande, bien erguido, de porte imponente, con su chompa marrón de lana de alpaca al hombro, su periódico enrrollado bajo el antebrazo izquierdo, un cigarrillo encendido en la mano derecha y portando una sonrisa que, bajo su espeso y bien cuidado bigote de estilo “Luis Aguilar”, supo transmitir siempre alegría, a pesar de todo, y gran seguridad. Se me antoja considerar que, con esta experiencia de vida, ese concepto husserliano de la reducción fenomenológica resulta ser totalmente válido. 

Después del esperado homenaje, cuando la procesión se alejaba y quedábamos sólo nosotros y uno que otro vecino del barrio esparcidos por el lugar, regresábamos a casa: era hora de almorzar con mi abuelito, si su turno en el trabajo lo permitía, para celebrar su cumpleaños. Por la noche nos acompañaban unos amigos y la familia: Olinda y Armando, amigos de toda la vida, mis tíos Jesús, Eugenio y Julia (que ya no está con nosotros), los hijos de ésta, mis también tíos Juan y Chabuca y los obreros compañeros de trabajo: don Román y don “Beni”. Eran infaltables. Eran mi familia.
 
Veo sentado en su sillón rojo a mi abuelito, con una botella de cerveza en la mano, sirviéndose en un vaso con ella. Cerveza espumante y dorada que sólo servía para amenizar, no para emborrachar. La fiesta nunca degeneraba, por eso mismo, en escándalos ni bochinches. Eran definitivamente otros tiempos. Y la celebración, por supuesto, era merecida.

Hoy, mi abuelito, proletario pugnaz en otros tiempos, yace en cama, adolorido y cansado. No puede caminar más. Sus ya casi noventa años bien trajinados, reflejados en cada una de las arrugas que luce con orgullo en el rostro, así como en sus ojos de mirada profunda y taciturna, cubiertos con sus característicos párpados achinados, ojos que han visto de todo, le están negando cada vez más su autonomía. Sus años dan cuenta de una existencia de lucha sin tregua, de una vida difícil pero muy digna. Estos años contienen el relato de una existencia de obrero que hizo todo lo mejor que pudo, y más aún, por hacer posible que su familia surgiera y emergiera. Sin duda lo logró.

Cuando yo era niño, escuchando la nostalgia de Gardel, pero sobre todo las voces alegres de Bienvenido Granda, Daniel Santos, Carlos Argentino y Celio González, creía que personajes como mis abuelitos adorados nunca envejecían. Estaba seguro que serían iguales para siempre, que eran eternos. Pero el paso del tiempo es ineluctable y deja huella imborrable. Mas con todo, estoy seguro que Lucio Pacheco, sin embargo, ha dejado también su huella en el tiempo. Éste no se ha ido impoluto, sin probar de esta suerte de singular sincretismo.

La vida actual nos dice que también hay días spam; seguramente es cierto. Pero particularmente el 29 de octubre es un día que tengo profundamente grabado en el corazón. Se trata de un día que me trae recuerdos que perviven, jamás morirán en mí y me hacen sentir vivo. Debo mucho a mis abuelitos, mi vida entera, y temo que ella misma no sea suficiente para darles gracias por todo lo que han significado, y siguen significando aún para mí. Les rindo homenaje y les expreso mi sentimiento de amor, mientras ruego a Dios los bendiga siempre.




[1] Profesor de Filosofía del Derecho y Lógica Jurídica en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega y de Lógica en la Universidad Tecnológica del Perú (UTP). Estudios de posgrado realizados: i) Maestría en Derecho con Mención en Derecho Penal (EUPG-UNCP, 2004-2005); ii) Maestría en Derecho Penal y Derecho Procesal Penal (ESN-UC, 2009-2010). Ganador de la beca nacional para cursar estudios en la Maestría en Filosofía e Investigación (EPG-UAP, 2007-2008). Website: www.luispachecomandujano.blogspot.com

Incorporación de intelectual huancaíno a importante Instituto de Derecho



Lima.- El pasado viernes 26 de octubre, en ceremonia solemne llevada a cabo en la “Sala Baquíjano y Carrillo” del Ilustre Colegio de Abogados de Lima, el Dr. Luis Alberto Pacheco Mandujano, reconocido profesor universitario e intelectual huancaíno, fue incorporado al Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal Penal en la condición de “Miembro Honorario”.
Al acto académico asistió un numeroso público compuesto por letrados limeños y estudiantes universitarios de la carrera de Derecho de diversas universidades capitalinas, así como juristas de amplia trayectoria, entre quienes se pudo apreciar la presencia de los doctores Iván Noguera Ramos y Frank Almanza Altamirano, connotados doctrinarios del Derecho Procesal Penal contemporáneo.
Pacheco Mandujano, conocido en el medio por ser el creador de la “Teoría dialéctica del Derecho”, difundida en estos últimos años en Sudamérica y recientemente presentada en importantes universidades de España, ha sido incorporado, en el contexto de la reforma procesal penal que se despliega en este momento en el país, a una de las más distinguidas y prestigiosas ligas de especialistas en Derecho Procesal Penal de América Latina, la que cuenta entre sus miembros a los más selectos juristas del Perú, entre quienes sobresalen César San Martín Castro (Presidente del Poder Judicial en ejercicio), Arsenio Oré Guardia y Luis Roy Freyre, así como los ya desaparecidos maestros Luis Bramont Arias y Florencio Mixán Mass.
La Resolución de incorporación detalla en su parte considerativa que esta inclusión obedece a los “destacados aportes científicos del profesor Luis Alberto Pacheco Mandujano a la enciclopedia de las ciencias penales, que engrandecen el Derecho peruano y a la universidad iberoamericana”.