miércoles, 26 de julio de 2023

¡Expongamos la falacia y el fraude a la luz de la razón!

Lima, 26 de julio de 2023 




El planteamiento del problema que ha generado la disyunción para elegir a los nuevos congresistas que ocuparán la Mesa Directiva del Parlamento, está formulado de una muy mala forma. Colocar el medio como si se tratara del fin, es un error no sólo lógico sino, además, ingenuo... y, por supuesto, es una engañifa más a las que estas gentes nos tienen acostumbrados. Me explico:

He escuchado atentamente distintas opiniones contrapuestas sobre el tema de la alianza fuji-cerronista para apuntar a la Mesa Directiva del Congreso. La mayoría de ellas, opiniones lúcidas, ilustradas y contenidas de bastante información, sin duda.

 

Por ejemplo, Aldo Mariátegui decía el lunes 24 en su micro-programa Yo caviar que: “... la política se trata también de hablar con el enemigo, con el adversario, y llegar a algún tipo de acuerdos; en el Perú yo no sé por qué les sorprende tanto esto. Churchill tuvo que hablar con Stalin. Lenin habló con los alemanes para que lo metan a Rusia a hacer la revolución con el Kaiser. Nixon habló con Mao. Y si vamos a la política criolla, Haya pactó con Prado y lo hizo presidente del Perú por seis años y Prado lo había perseguido, pero se necesitaba paz en esos momentos. El mismo Odría, después de todo lo que se odiaba con Haya, tuvo que pactar con él para el Congreso de los años '60... Entonces tampoco le llamemos 'repartija' y veamos tan mal estas cosas; no seamos tacainitas. Piérola pactó con los civilistas; pactó con los civilistas para derrocar a Cáceres y después vino la República Aristocrática y fueron veinte años de paz en el Perú. Entonces no sé por qué somos tan ariscos a esto...” (https://www.youtube.com/watch?v=3SLXb9PUcbE).

Por su parte, Víctor Andrés Ponce, redomado comunista hecho ahora liberal, en su programa “Percepciones” que se transmite a través de su canal de YouTube (“El Montonero”), casi en la misma línea que Mariátegui, dijo así: “Si para detener una Mesa Directiva conducida por el comunismo es necesario aliarse con sectores de la izquierda, ¡es lo correcto, es lo que manda el ‘Manual de la Buena Política’ y es lo que nos enseña la historia universal! Churchill, el gran estratega de Occidente, fue capaz de aliarse con Stalin para detener el campo de concentración nazi. Igualmente, las fuerzas de la centro-derecha deben tener la suficiente flexibilidad táctica para aliarse con sectores de la izquierda, ganar la conducción de la Mesa Directiva y evitar que el comunismo conduzca el Congreso. Estos ‘principismos’ que a veces surgen en los debates públicos, no son reales defensas de principios. Hay que recordar que principistas fueron Hitler; Hitler fue un principista, miren lo que produjo: masacre de millones de personas. Mao Tse-tung también fue un principista, nunca renunció a sus principios y produjo una masacre de millones de personas. Osama Bin Laden también fue un principista y ya conocemos las olas de terror y de sangre que dejó. El principismo, digamos, no nos dice nada. Lo que es correcto en la democracia y en el punto de vista republicano es: las personas que definen principios entienden que para avanzar tienen que pactar, llegar a entendimientos. A veces, como dicen los leninistas, hay que dar un paso atrás para dar dos adelante. Por lo tanto, la centro-derecha el día de hoy en el Perú tiene una sola obligación: detener una Mesa Directiva del comunismo. Ese es el principio fundamental que hay que defender, porque es la única manera de seguir preservando la libertad y alejarse de esos principismos etéreos...” (https://www.youtube.com/watch?v=-gR23JYumCA).

No voy a citar a más opinólogos. Con estos dos me basta para realizar el siguiente análisis.

Sin duda alguna, en democracia, es necesario conversar y, a veces, a despecho de Ramiro Prialé, sí hay que pactar. Y es verdad que existen momentos en los que se necesita pactar con el enemigo. No me cabe duda alguna. No obstante, el pacto con el amigo o con el enemigo, es siempre un medio. El fin es distinto a éste. Y es que el medio no es fin en sí mismo. El medio es medio para algo.

Aunque esta diferencia es absolutamente clara, nuestros opinantes han confundido (no sé si dolosa o imprudentemente) el fin por el medio y han colocado la situación de tal manera que el medio termina apareciendo como el fin de la alianza fuji-cerronista. Y esto, por supuesto, no es así.

Por ende, yerran Mariátegui y Ponce cuando, por igual, citan el que nos pretenden presentar como ejemplo de una justificación del pacto fuji-cerronista: la alianza de Churchill con Stalin. Yerran porque Winston Churchill pactó con Stalin con el objetivo de detener el avance nazi que amenazaba al mundo en los años '40 del siglo pasado y, con ello, lograr desarmar, desmilitarizar y dividir a Alemania, lo que fue visto por los conferenciantes como un “requisito para la futura paz y seguridad”. La Conferencia de Yalta tuvo ese objetivo. Es decir, después del pacto, vino la consecución del objetivo. Para ese objetivo sumaron sus esfuerzos F. Roosevelt y los EE.UU. Pero este ejemplo no calza en la alianza fuji-cerronista, sencillamente por una razón: porque esta alianza carece de objetivos prístinos. Es más, el pacto de marras carece de objetivos-nación.

En efecto, en este pacto fuji-cerronista, ¿qué tenemos? Pues bien, tenemos una alianza entre el fujimorismo keikista que afanosa y pragmáticamente busca librar a la señora Fujimori de la persecución judicial que la ha cosificado y detentar el poder para seguir arruinando la política nacional y, con ella, el nombre de su padre. Y en cuanto al cerronismo recalcitrante, auto-proclamado marxista-leninista-maoísta, lo cual se verifica en su Ideario Político que ha sido ratificado en la proclama hecha por Waldemar Cerrón esta tarde al juramentar el nuevo cargo (juró en nombre de su padre, Jaime Cerrón Palomino, a quien todos los huancaínos de viejo cuño conocimos y supimos de su condición de militante activo e ideólogo del maoísta Sendero Luminoso), el sectario objetivo inmediato es el mismo que el de Keiko: librar a Vladimir de las persecuciones judiciales a las que está sometido por delitos de corrupción. Keiko y Vladimir acaban de demostrar (aunque en la elección del Defensor del Pueblo ya había visos de esto) que los extremos sí se unen.

Bueno, en fin... ¡Listo! ¡En esa alianza se encuentra el medio! Ahora bien, ¿cuál es el fin del pacto? ¿Alguien sabe cuál es el fin de dicha “alianza”? Si alguien me dice que el objetivo, la finalidad de esa alianza, es “conseguir la paz”, tendremos que retrucar inmediatamente señalando que “la paz” no es objetivo, sino consecuencia de objetivos. O, si lo prefieren, es objetivo-fin de objetivos-medios. De manera que, descartando esa respuesta por ser una conjetura inválida, vuelve la pregunta: ¿cuál es el objetivo de la alianza fuji-cerronista?

La verdad del asunto es que NO EXISTE NINGUNA FINALIDAD. Sin duda alguna sí existen objetivos para los entrados en la alianza; empero, esos no serán jamás, de ninguna manera, objetivos-nación.

Tan cierto es esto que, precisamente por ello es que cuando el pasado lunes se presentó la postulación de la Lista N° 1 para la Mesa Directiva, el papel iba sólo. No lo acompañaba ningún acta de compromiso ni ningún documento en el que los entrados en el pacto se comprometiesen a realizar tales y cuales cosas como objetivos-nación. No hubo nada de eso.

Así, pues, que Aldo Mariátegui y Víctor Andrés Ponce no nos vengan a querer dar lecciones de historia, cuando las dan a medias cañas. Y tan a medias cañas las dieron que precisamente por eso, sus propios ejemplos les pueden explotar en sus propias caras. Veamos:

1. Cuando Pardo pactó con el aprismo, ¿quién ganó al fin de cuentas? ¿No fue acaso el aprismo el que gobernó el país desde el Parlamento? Y Pardo se creía, como Keiko ahora, muy vivo.

2. Lo mismo sucedió más adelante en el tiempo: cuando Odría pactó con el aprismo, ¿quién ganó al fin de cuentas? ¿No fue el aprismo el que terminó gobernando el país desde el Parlamento? Y Odría se creía, como Keiko ahora, muy vivo.

3. Cuando Mao pactó con Nixon, ¿quién fue el ganador de ese pacto felón? Y Nixon se creía, como Keiko ahora, muy vivo.

4. Cuando Lenin pactó con Alemania para obtener el financiamiento y apoyo de armamentos para hacer la revolución en Rusia tras el triunfo menchevique, ¿no fue acaso Lenin el gran ganador del pacto y Alemania la gran derrotada? Ya no cuento sobre los años postreros a la Primera Gran Guerra que llevó a Alemania al sufrimiento gracias a Lenin. Y los alemanes se creían, como Keiko ahora, muy vivos.

5. Cuando Alan y el aprismo alanista pactó con Fujimori en 1990 para que don Alberto ganase las elecciones, ¿quién fue el verdadero ganador de ese pacto? ¿Acaso no es cierto que Alan salió corriendo, más tarde, rumbo a Colombia en calidad de asilado? ¿Quién ganó, entonces, gracias a ese pacto?

6. Y más recientemente, cuando Keiko pactó con Vizcarra para que éste no renuncie a su condición de vicepresidente y fuese el sucesor de PPK, ¿quién fue el verdadero ganador de esa alianza? ¿Acaso no es cierto que Keiko terminó en la cárcel tres veces gracias a la intervención de los “fiscales héroes” digitados por el Lagarto y por su hoy –gracias a Dios– defenestrada ex fiscal de la Nación? ¿Quién ganó entonces con el pacto?


“Para mentir y comer pescado hay que tener cuidado”, reza el dicho. Y gracias a Mariátegui y Ponce, agregaremos al dicho que, para contar la historia, ¡también!

Es que, ciertamente, los pactos entre enemigos han sido siempre, en mayoría, marcados por la tragicomedia de la mutua traición. Y la historia enseña que los ganadores de esos pactos de enemigos siempre han sido los que fueron considerados noveles políticos.

Por eso me resulta ingenuo que Víctor Andrés Ponce diga que el objetivo de la alianza fuji-cerronista es: “... detener una Mesa Directiva del comunismo...”. ¡Por el amor de Dios!... ¿Alguien me podría explicar cómo es que estando un comunista en la Mesa Directiva se evitará que los camaradas comunistas de éste sigan avanzando en busca de consolidar sus objetivos rojos? Ya pactaron una vez; ¿por qué no pactarían, entonces, dos, tres o más veces? Una ventana abierta vale más que todas las puertas cerradas. El propio Mao (el ídolo del padre de los hermanos Cerrón) decía con apodíctica seguridad: “Una sola chispa puede incendiar toda la pradera” (Citas del Presidente Mao Tse-tung, Pekin 1966, pág. 221).

La “reflexión” de Ponce constituye una verdadera mozonada, una ingenuidad para la que él y nosotros ya estamos bastante grandes.

Ahora bien, descalificar –como lo hace Ponce– a los defensores de principios llamándonos “defensores de principismos” y, peor todavía, compararnos con Hitler, Mao u Osama, deviene desatino absoluto y vana adjetivación. Los principios –alguien tiene que decírselo al señor Ponce– son guías, son faros, son luz en el camino. La defensa de los principios no implica fanatismo. Pero aun si así fuera, de semejante extremo tampoco podría deducirse que, por tanto, hay que dejar de lado la defensa de los principios. ¿Qué le pasa a Víctor Andrés Ponce? ¿Su abandono del comunismo lo llevó a convertirse en un relativista protagórico, es decir, en el más ingenuo de los relativistas? Parece que sí. No se entiende, por tanto, tan artera ponzoña.

Por principios defendemos a la familia, a la vida y a la democracia. Por principios nos enfrentamos a Sendero Luminoso en los años '80 y afortunadamente sobrevivimos la guerra y estamos aún aquí para contar la historia. Por principios le paramos el macho al Papa rojo y a su mesnada de sacerdotes infiltrados que están destruyendo la Iglesia de Cristo. Por principios seguimos siendo apristas (quienes lo somos) a pesar de la debacle post-alanista. Por principios enfrentamos el caos oclócrata generado por el asno Pedro Castillo y sus huestes corruptas. En fin de cuentas, por principios seguimos apostando políticamente por un país que hace tiempo ha perdido el rumbo y aun así no nos desanimamos. Los principios son guías de fines, y nuestra acción los medios para llegar a éstos. ¿Qué acción final mueve a la componenda de la Mesa Directiva? ¡Ninguna! Es que esa no es alianza, no es pacto; es aquelarre, es guarida, es raposera. Es unión de felones.

Por último, que para justificar la vil componenda electa esta tarde, nadie nos venga con el cuento según el cual “si no era la Mesa 1 eran los comunistas”. Esa es historia manida. En su momento, con mucha razón, la disyuntiva “si no es Keiko son los comunistas senderistas” contaba con mucha razón. Los hechos posteriores a las elecciones fraudulentas de 2021 lo demostraron. Pero en el caso que nos ocupa, la situación es diametralmente diferente.

Es diferente porque: i) la disyuntiva de esta tarde no ha sido gestada por casualidad; todo lo contrario, ha sido consecuencia premeditada de larga data. Los que nos empujaron a esta situación sabían bien lo que hacían, procediendo de la misma manera como lo hizo Salas Arenas al arrebatarle el triunfo a López Aliaga y, en su lugar, colocar a Keiko Fujimori en segunda vuelta, generando una disyuntiva forzada de polarización absoluta. Así como en ese momento, la que ha culminado esta tarde ha sido también una disyunción forzada. No somos estúpidos y no nos tragamos el cuento de que “así se dieron las cosas”. ii) Esta disyuntiva pudo haberse acabado si los verdaderamente demócratas (y yo creía que éstos eran los congresistas de Renovación Popular) hubiesen hecho campaña para forzar una segunda vuelta con nuevas listas, redefiniendo así la correlación de fuerzas; lamentablemente, esos “demócratas”, en mayoría, también otorgaron su voto a la Lista N° 1.

Así pues, colocados bajo la égida de un razonamiento lógicamente incorrecto por su origen forzado, nos inyectaron a codazos y patadas una falacia. Hábilmente, otra vez, nos crearon y presentaron la falacia del falso dilema que consiste en llevar a cabo una simplificación de los hechos y, en lugar de señalar la existencia de más alternativas (y en nuestro caso teníamos una: la segunda vuelta), se reducen las opciones a sólo dos, de tal modo que, necesariamente, o se da una de ellas o se da la otra.

Por su propia naturaleza, toda falacia del falso dilema constituye un argumento que intenta encerrarnos entre dos situaciones límite: si eliges la opción A, te llevará a algo negativo; y si eliges la opción B, también te conducirá a algo igualmente malo. El objetivo de esta falacia es presentar un falso callejón sin salida en el que uno queda obligado a elegir “el mal menor”. Y el “mal menor” siempre es un falso dilema. Con éste nos han tenido engañados durante varios años. Pero ya es hora de desenmascarar esta farsa y exponerla públicamente. ¡Y debemos hacerlo por razones de principios! ¡No vamos a permitir que nos sigan poniendo entre Escila y Caribdis las veces que se les ocurra a los oclócratas que detentan el poder para fines personalísimos! El poder otorgado soberanamente no es para eso.

La realidad de los hechos, la razón y la inteligencia nos demuestran que ante tantas situaciones disyuntivas similares en las que se coloca al país en una situación límite para obligarlo a elegir “el mal menor”, no cabe explicar los hechos en base a la casualidad ni a la mala suerte. No existen tales.

La bestia tiene muchos nombres. Al menos 32 de ellos son conocidos (Aamon, Belia, Paimon, Agares, Baphomet, Asmodeo, Samael, Behemoth, Lucifer, Mammón, Astaroth, Baal, etc.). La bestia en el Perú tiene 116 nombres: 77 de ellos fueron votantes por la Lista N° 1 y 39 lo fueron por la Lista N° 2. Sus nombres, so bestias, han quedado escritos, en pliegos de papel higiénico reciclado, con pasta estercolada.

¡Pero hasta aquí llegaron!