martes, 20 de mayo de 2014

Entre idiotas(*)


Un infortunio he tenido, por causa de una mala decisión –haberme incluido como estudiante de una denominada Corporación de “Altos” Encuentros Nadales[1]–, al conocer a un singular pensador que, en cantinflesca condición de “profesor”, cree haber logrado sobreponerse a todas las ideologías a las que, cualquiera sea su forma y contenido, cataloga de “suciedad” creada y fomentada por ideólogos, teóricos y políticos –de quienes se refiere con desprecio– para “contaminar” las “mentes limpias de los hombres”. Ha agregado a su especial concepción que, por tanto, su labor en el mundo es “descontaminar” dichas mentes “con lejía y con jabón”.

Con voz de aguardientoso recién amanecido e impertérrito tono aplicado, ha sumado a su perorata, sintiéndose un místico cruzado medioeval, que por su “labor purificante de la consciencia de los hombres” está dispuesto a que se le reaccione con violencia y procacidad expresadas ora figurativa, ora realmente con los “tomatazos” y el “apedreamiento” que jura ya haber recibido antes y rejura, estoico, seguirá recogiendo. Alalimón, afirma sin embargo sentirse gratamente incomprendido, pero firmemente asentado en la seguridad que su propia consideración le otorga, de saberse portador de la “verdad absoluta” impoluta y libre de la “maldita ideología”, la que ha conocido en epifánico acto de autoenjuiciamiento de su yo interno, liberándose de sí mismo para verse, desde fuera y victorioso, ens a sé.

Al haber logrado semejante sobreposición, este… “profesor”, conocido entre sus iguales” simplemente con el nombre de Asnete, concluye que, salvo él, todos somos prisioneros de la falsa percepción de las cosas, esto es, de la ideología que “esclaviza y estupidiza” al hombre. De manera que, salvo él, todos somos idiotas y estúpidos.

Pero este singular… “profesor”, en verdad un idiota autocalificado como un ser químicamente puro, parece no darse cuenta –y está absolutamente convencido de que no sucede así– que su “liberador” modo de ver las cosas también es producto de su especial manera de concebir al mundo y lo que él contiene; es decir, que su manera de interpretar las cosas sobre este tópico gnoseológico, también es fruto de su propia ideología, porque, al final de cuentas, como diría John B. Thompson, la ideología no es sino el cemento articulador de las consciencias individuales que tienden a configurar la organización social en torno a los especiales modos de ver las cosas, es decir, en función de una “cultura” desarrollada por los hombres.[2]

La verdad apodíctica de este aserto me decidió a ofrecer polémica al… “profesor”, increpándole que negar la existencia esas “falsas representaciones” del mundo –como él las califica– significaría negar al mismo tiempo la cultura de la humanidad la que, de ser negada, en propiedad lógica de transitividad, negaría al mismo tiempo la condición humana a todos los hombres. Y es que la cultura no es sino el espíritu de la humanidad, un especial modo de ver el mundo a través de los cantos, las danzas, las ciencias, las artes, las creencias, las religiones y hasta a través de las concepciones políticas y filosóficas que los hombres generan en su afán de tratar de conocer y comprender la realidad; es decir, a través de todo eso a lo que los antropólogos llaman, en conjunto y con justicia conceptual, “cosmovisión”.

Pero por explicar todo esto al... “profesor”, con la glosa y sorna que no pueden dejar de estar presentes en casos como éstos, fui considerado por él un “idiota preso de la ideología”, poseedor de una mente que espera también por él para ser “limpiada con lejía y con jabón”. (¡Libérame, oh Señor, por favor, de este favor!).

Empero, diga en este punto lo que diga este… “profesor” que a la sazón dicta cátedra en la cuatricentenaria “Octana de América” donde asegura haber blandido la “excalibur” de su “filudo argumento” en “liberador acto de defensa”–, con afrentas o sin ellas, gústele o no, sus ideas sobre las ideas ajenas, sistematizadas a fuerza de su propia idiota convicción y regalada gana, han sido afirmadas con la calcina que él mismo ha rechazado y negado ontológicamente con bilioso odio freudiano. La suya, por tanto, no es sino una espantosa y singular ideología cuyo objeto de atención consiste en enjuiciar y calificar negativamente otras ideologías.

No deja, sin embargo, de llamar poderosamente la atención que este antipático… “profesor”, que me ha tildado de idiota por pensar en voz alta y de manera diferente –aunque más certeramente a como piensa él, pretenda reconocerse como “constitucionalista por vocación”,[3] cuando todo indica más bien que no es, en verdad, más que un activo idiota al cuadrado de profesión.

En fin, como este… “profesor” no habrá de cambiar sus ideas por las mías y, viceversa, no cambiaré yo las mías por las suyas, para ser paritario en los calificativos equitativa y mutuamente usados, quizás deba reconocer, mejor, sonrisa risueña de por medio, que éste no ha sido un constructivo sino pobre diálogo entre idiotas. O tal vez, por haberse producido en la Corporación donde nos conocimos, éste ha sido un diálogo de “Altos” idiotas Nadales… ¡Ay de mí, Señor!



[*]    Cualquier parecido con la realidad, es una sofocleta e idiota coincidencia.
[1]     Que a la larga resultó siendo, más que un mero nombre rimbombante, una auténtica estafa institucional.
[2]     Cfr. THOMPSON, John B., “Ideología y cultura moderna. Teoría Crítica social en la era de la comunicación de masas”, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México, segunda edición, 1998.
[3]     “¡Y uno de los únicos tres que existen en el Perú!”, ha aclarado de inmediato, vocinglero y con pose de Kiko en trajecito limpio de marinero, a punto de asistir a la fiesta de los Pérez Abolengo, derrochando soberbia y orgullo germanos en su dicho ridículamente peruano.

1 comentario:

  1. Como siempre, el acto de enjuiciar a pensamientos distintos, y por supuesto mucho mas evolucionados, y usando términos como... "idiota, lávate la mente con lejía y jabón" no es más que un singular ejemplo de lo que es en la escala del Coeficiente intelectual un simple imbécil.

    y eso es curioso y gracioso jajajajajaja Emoji, acuérdate papi la estupidez humana es infinita jajajaja.

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