La irreverencia discursiva de poner a
crítica los sistemas teóricos y abrir nuevas ventanas al saber, no sólo es un
atributo del creador, sino es, ante todo, una condición indispensable del
conocimiento científico, así como es una forma, quizá la única forma, de dar
sentido a un mundo en permanente cambio. Y Luis Alberto Pacheco es un
irreverente. Con un juego clásico de la dialéctica socrática se sumerge en el
debate contemporáneo de la epistemología y el tema siempre elusivo y no menos
inquietante de aquello que entendemos por realidad
y, más que eso, por el modo como se
construye y se da sentido a la realidad.
Su aproximación a la lógica es
aristotélica y tomista, con cierta dosis de formalismo; pero en cuanto a la teoría
del conocimiento es tributario del sistema teórico kantiano. Y es en los
límites del horizonte discursivo de Kant donde se encuentra el aporte de Luis Alberto.
Como es sabido, Kant, con su
famosa obra Crítica de la Razón Pura,
provocó una revolución sin precedentes en la historia del pensamiento, salvando
a la filosofía del entrampamiento a que había llevado tanto el empirismo de Bacon y Locke, como el
racionalismo de Descartes. De manera
sintética, Kant dirá que la
realidad no es externa a los sujetos, sino que lo único que llega a nosotros de
ese mundo exterior es un caos de
sensaciones y que hay un conocimiento anterior presente en los sujetos, el
cual ordena y da significado a ese caos.
Sólo a partir de esa integración, que opera en el mundo de los sujetos o
subjetividad, surge la realidad.
Esta argumentación kantiana deja, sin
embargo, dos problemas irresueltos. El primero, tiene que ver con lo
insostenible que resulta la preexistencia de un conocimiento a priori, en sí y de por sí, en los
sujetos. Y el segundo, con la falta de una fundamentación teórica y científica
sobre el modo como los sujetos captan y procesan ese caos de sensaciones proveniente del mundo exterior. Es en este
punto en donde podemos encontrar un consistente y bien logrado aporte del
trabajo interdisciplinario de Luis Alberto Pacheco,
posibilitando un diálogo entre la ciencia y la filosofía; trabajo provocador
que, de hecho, invita a la polémica y a la discusión.
Dr. et Mg. Sc. M. R. Varillas
Castillo
Lima, enero de 2007
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